No le ha sido fácil. Brasil lleva décadas tratando de expandir sus reactores nucleares para generar energía eléctrica. Sin embargo, una y otra vez esas ambiciones han encontrado dificultades que no le permiten avanzar.
En los últimos años la crisis económica le ha jugado en contra dado que las plantas nucleares requieren inversiones multimillonarias.
Brasil tiene actualmente dos plantas en funcionamiento (Angra 1 y Angra 2) que cubren cerca del 3% de las necesidades energéticas del país.
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La construcción de la tercera, Angra 3, fue suspendida en 2015 por falta de financiamiento y porque altos directivos de Eletronuclear (subsidiaria de Eletrobras y encargada del proyecto), fueron detenidos bajo cargos de corrupción.
Pero ahora que el país está saliendo de la crisis económica (con un crecimiento de 1% en 2017) el gobierno de Michel Temer le ha dado un nuevo impulso a sus ambiciones nucleares.