Carlos Ramos lleva casi tres décadas de carrera, fue el primero en completar el particular Grand Slam de haber arbitrado en los cuatro grandes torneos del tenis y tuvo el honor de ser el juez de silla de la final masculina de los Juegos Olímpicos de Londres en 2012.
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Un brillante palmarés que desde el pasado sábado quedó relegado a un segundo plano.
Ese día, su nombre pasó a estar vinculado con la final femenina del Abierto de Estados Unidos de 2018, la que Serena Williams perdió frente a Naomi Osaka en uno de los partidos más extraños de la historia del tenis.