Al profesor Antonio Lazcano le preocupa uno de los asuntos fundamentales de la ciencia: el origen de la vida.
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Es mexicano y como biólogo evolutivo se especializa en entender cómo era la Tierra primitiva, cómo se formaron los compuestos orgánicos, cómo interactuaban las primeras moléculas.
Es profesor en el Departamento de Biología evolutiva en la Universidad Nacional Autónoma de México, donde dirige el Laboratorio de Origen de la Vida.
Su trabajo incluye desde analizar meteoritos hasta secuencias de genes muy antiguos.
Sus investigaciones llegan a un nivel que tocan las fibras más sensibles de los seres humanos, como la filosofía, el arte o la religión, asuntos que aborda en las conferencias que dicta en distintos países, siempre desde un punto de vista científico.
Sobre esos y otros temas conversó con BBC Mundo.
¿La ciencia y la religión son excluyentes?
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La ciencia no estudia la naturaleza, ni propone teorías, ni desarrolla modelos para demostrar que Dios existe o no existe, o que las premisas de la religión son correctas o inválidas.
Son dos cosas ajenas, porque en un caso es un problema de fe y en el caso de la ciencia uno lo que busca es una explicación secular de la realidad.
Siempre me ha llamado la atención que en la teoría evolutiva tenemos algunas deudas con la religión. En la tradición judeocristiana hay un origen y hay un fin, es un tiempo lineal, por lo tanto se tiene un universo histórico. Es obvio que las visiones evolutivas del universo tienen una deuda en ese sentido con esa estructura cultural judeocristiana.