"En la vida tenemos que aprender a estar aburridos".
PUBLICIDAD
Kankyo Tannier* lo dice con una sonrisa. Su voz es dulce y alegre. Su carcajada, fácil. Cuesta imaginar que logre encontrar tiempo para aburrirse. Se define a sí misma como una "monja del siglo XXI", tal vez por eso muchos la llaman "la nueva voz del budismo".
No le molestan las etiquetas. Sabe que son inevitables.
Pero su agitada vida dando conferencias por el mundo y escribiendo un blog diario sobre meditación dista mucho del día a día que vivió durante 15 años -hasta hace ahora dos- en un monasterio budista en Alsacia, en el norte de Francia, al que, asegura, suele regresar "muy a menudo".
El cambio llegó con su libro "The gift of silence" (La magia del silencio, 2017), que ha sido traducido a 13 idiomas y que dedica a quienes se sienten "abrumados por la vida moderna", por esa "red invisible" de nuevas tecnologías que nos inducen a una "hipnosis colectiva".
A través de su propia experiencia, sin dar demasiados rodeos y con sentido del humor, cuenta cómo encontrar la paz interior "en un mundo lleno de ruido". El lector descubre a través de sus páginas el silencio en todas sus formas -visual, verbal y corporal- y qué recursos puede poner en práctica para integrarlo en su vida.
BBC Mundo habló con Kankyo Tannier en el contexto del Hay Festival de Querétaro, México, en el que la meditación es su tema.
PUBLICIDAD
Te criaste en el seno de una familia católica. Estudiaste Derecho. Fuiste hipnoterapeuta. Das clases de canto desde hace años. Y ahora eres escritora. ¿En qué momento se cruzó en tu vida la idea de irte a vivir a un monasterio budista?
Todo empezó cuando llegó a mis manos un libro del [exiliado líder espiritual tibetano] dalái lama. Me entusiasmó tanto que pronto decidí practicar el budismo. Una vida basada únicamente en tener un trabajo o una casa no era suficiente para mí. Quería algo más, algo que fuera más espiritual.
Luego descubrí el budismo zen en un retiro espiritual en un monasterio en el centro de Francia. Fueron 10 días. Y me quedé tan impresionada que ocho o nueve meses más tarde me fui a vivir a un monasterio. Fue rápido. Tenía 26 años.
Pero ahora vives en un bosque.
Sí, aunque viajo mucho por el mundo, sobre todo desde que se publicó el libro. Cuando puedo, vuelvo al monasterio. De hecho, paso allí la mitad de mi tiempo. En realidad no lo tengo tan difícil… ¡Está a cinco metros de mi casa! (Se ríe).
Tal vez tu mundo no se corresponda con la imagen que muchos proyectan sobrelos monjes budistas. ¿Cómo es la vida de una "monja 2.0"?
En el budismo zen no nos encerramos en el monasterio. El monasterio está muy abierto al mundo y recibimos a muchos principiantes. Solemos ir a la ciudad para encontrarnos con otras personas, y algunos trabajamos fuera uno o dos días.
En nuestra sociedad, una monja también puede ser moderna y usar las redes sociales e internet. No estamos aisladas del mundo, vivimos en él. Estamos conectadas a la sociedad actual gracias a esas posibilidades.
Trabajo con Facebook y Twitter, tengo un blog y uso muchísimo YouTube. Publico videos para proporcionar herramientas y explicaciones gratuitas sobre la meditación. Tengo una vida muy ocupada. Creo que esa es mi misión.
Sin embargo, sugieres métodos para "desintoxicarnos" de la tecnología. ¿No es una contradicción?
Internet apenas tiene 25 años, pero ha cambiado por completo nuestra forma de vivir. Tenemos que aprender a trabajar con las nuevas tecnologías siendo libres al mismo tiempo.
Se trata de buscar nuevas formas de convivir con ellas, creo que es un verdadero reto hoy en día.
Tenemos que ser capaces de decir "¡Basta!" y de elegir dónde proyectamos la mirada a nuestro alrededor. Ser conscientes de cómo usamos las computadoras y los smartphones.