Su papel ha sido crucial para que este lunes Panamá cumpla su sueño de aparecer por primera vez en un mundial.
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Cuando Gary Stempel regresó en 1996 a la tierra que lo vio nacer, era difícil de imaginar la trayectoria futbolística que iniciaría el país centroamericano. Lo que está claro es que ese viaje marcó un punto de inflexión.
Reconocido por ayudar a popularizar el fútbol en un país dominado por el béisbol, Stempel condujo en 2009 a la selección canalera a su primer título internacional, en la Copa de Naciones de la UNCAF.
Previamente, ya había hecho historia al llevar a la Sub-20 al primer Mundial en la historia del balompié del país centroamericano.
Hijo de un beisbolista panameño, Stempel se fue a los 5 años a Inglaterra, el país de origen de su madre, donde pasó la mayor parte de su vida.
Ya tenía casi 10 años trabajando con el Millwall, un equipo del este de Londres tristemente famoso por el mal comportamiento de su hinchada, cuando resolvió volver a Panamá.
"Lo más importante de mi trabajo en ese momento en Londres era el aspecto social. Y poder utilizar el deporte para ayudar en la comunidad", cuenta Stempel a BBC Mundo.
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"Era un proyecto que cuando lo comenzamos en Inglaterra era un gran piloto, de cómo el fútbol podía mandar los mensajes positivos a lugares donde los jugadores viven vidas muy duras".
"Un día, tras hablarlo con mi esposa, renuncié al Millwall y me vine a Panamá sin trabajo".
Reto local
Ya en Panamá, Stempel se encontró con dificultades para replicar el trabajo que venía haciendo en Inglaterra.
"Era un país muy silvestre en el fútbol, muy verde en la organización, la planificación, en el apoyo", recuerda.
"Cada sesión tenía que improvisar. No sabía cuántos balones iba a tener, no teníamos peto, era jugar los de camisa contra los sin camisa".