Emily Witt comenzó a trabajar en su libro desde hace siete años. Entonces tenía 30 años y acababa de terminar otra relación amorosa.
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"Estaba frustrada. Quería casarme y ‘sentar cabeza’. Pensé que esto era algo que ocurría automáticamente cuando te hacías mayor. Pero obviamente a mí no me había ocurrido".
En esa época, Tinder acaba de lanzarse como una aplicación móvil y una serie de servicios de citas en internet se estaban volviendo cada vez más convencionales.
La pornografía en internet y los chats de video en vivo también estaban dando vueltas en el subconsciente de Emily.