Cada año se gasta en el mundo US$8.000 millones en lápices labiales. Una cifra sorprendente para un producto que por siglos fue considerado tabú.
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El gusto de las mujeres por pintarse los labios es muy antiguo, incluso en las primeras civilizaciones se hallaron pruebas de esta práctica.
No obstante, el uso del lápiz labial se masificó en la era moderna, cuando se convirtió en el negocio multimillonario que es hoy.
Los primeros indicios del uso de color en los labios se remontan a la antigua Mesopotamia, hace 5.000 años, donde tanto hombres como mujeres se pintaban el rostro.
Se cree que los antiguos sumerios fueron los primeros en inventar un pintalabios, aunque pasarían muchos siglos antes de que este producto adquiriera su reconocida forma tubular.
También variaría mucho a través de la historia el contenido de la pintura utilizada.
En el caso de los sumerios, usaron joyas semipreciosas trituradas, que colocaban no solo en los labios sino también alrededor de sus ojos.
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En cambio, los antiguos egipcios, que utilizaban esta práctica como forma de mostrar estatus, trituraban insectos para obtener un tinte rojo.
El ejemplo más famoso es el de Cleopatra, cuyo pintalabios estaba hecho de escarabajos y hormigas.