Fue un dolor intenso, imposible de olvidar para millones de brasileños y amantes de la Canarinha de todo el mundo.
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Una derrota estaba dentro de las posibilidades, pero nadie se esperaba una capitulación como la sufrida por Brasil en su casa, en su su Mundial, frente a Alemania la noche del 8 de julio de 2014.
Cada gol alemán fue una estocada al alma del país que inventó el jogo bonito, el de Pelé, Garrincha, Zico, Ronaldo y Ronaldinho, el pentacampeón que quería borrar el fantasma que deambulaba dentro de sus fronteras por más de 60 años pero que en su lugar vio aparecer a otro aún más temible.
El 7-1 de Belo Horizonte fue sin duda la mayor humillación que ha vivido el fútbol brasileño de su historia, una derrota que lo dejó moribundo, deambulando sin rumbo a a la espera del golpe mortal.