De repente la bahía se iluminó.
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A no muchos metros de la costa del municipio de Puerto Colombia, en el noreste del país, se consumía en llamas y hundía el lujoso crucero alemán Prinz August Wilhelm.
Su reducida tripulación rescató lo que pudo de los días de gloria de esta nave a vapor, luego la roció con combustible y dejó que el fuego haga su trabajo.
En la noche del 22 de abril de 1918, abandonado a la deriva, con las válvulas abiertas para acelerar el hundimiento y con la cabina incendiándose, el crucero se fue alejando de la costa y desapareciendo bajo el mar.
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La orden de destruir al barco había llegado desde el Imperio Alemán.
En Berlín temían que el Prinz August Wilhelm sufra un destino mucho peor: caer en las manos de Estados Unidos, país enemigo en la Primera Guerra Mundial.
Ese fue el final de una nave que fue pionera en la exitosa industria de los cruceros que parten de aguas estadounidenses hacia los paradisiacos destinos que tiene el Caribe.
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Y uno de los episodios, según los expertos, más significativos en los que Colombia se vio involucrada en la Primera Guerra Mundial.
Quedan como prueba los restos del vapor que, un siglo después, siguen ahí sumergidos.
La ruta Atlas
El Prinz August Wilhelm fue inaugurado en 1903 y viajaba desde el puerto español de La Coruña hasta La Habana antes de ser incorporado a una prometedora nueva ruta turística y de comercio.
Desde 1906 salía de Nueva York, hacía paradas por Kingston, Jamaica; Puerto Limón, en Costa Rica; Colón, en Panamá, y después visitaba los muelles colombianos en Santa Marta, Cartagena y Puerto Colombia.
El trayecto completo fue bautizado como la ruta Atlas.
"La naviera alemana propietaria del barco fue una de las primeras en inaugurar el turismo de cruceros. La ruta que salía de Nueva York era turística, pero también transportaba carga. Viajaban como 700 pasajeros, 80 de ellos en primera clase", señala a BBC Mundo el investigador colombiano Álvaro Mendoza.
Mendoza, quien junto a Enrique Yidi es coautor de "De la gloria al olvido: el hundimiento del vapor Prinz August Wilhelm en Puerto Colombia" (2014), añade que los viajeros de primera clase tenían un buen comedor, salas de fumar, pasillos para pasear en cubierta y un muy buen sistema de ventilación.
"No era tan grande como el Titanic, su tamaño era mediano, pero tenía todos los adelantos modernos en lo referido a navegación e ingeniería naval. Era muy moderno para su época", añade.
Más allá del transporte de turistas y viajeros, el barco recogía banano en Jamaica y Colombia, además de café en Costa Rica, para llevarlo a territorio estadounidense.
También era aprovechado por empresarios y aventureros que se trasladaban en él rumbo a Estados Unidos y Panamá en busca de hacer negocios.
"El barco era muy valorado en Jamaica porque mucha gente esperaba a que llegara el buque para viajar a Nueva York", recuerda Mendoza.
Cuando todo cambió
Su recurrente paso por puertos colombianos hizo que el vapor comience a ser conocido y llamado en ese país simplemente como "El Alemán".
Durante casi ocho años, el Prinz August Wilhelm realizó sin sobresaltos la ruta Atlas con excelentes resultados tanto a nivel de flujo turístico como de traslado de productos comerciales.
Sin embargo, todo comenzó a cambiar a mediados de 1914, con el estallido de la Primera Guerra Mundial.
- ¿Qué empujó a EE.UU. a abandonar su neutralidad y entrar en la Primera Guerra Mundial hace 100 años?
El Imperio Alemán era uno de los principales protagonistas del mayor enfrentamiento bélico en la historia hasta ese entonces, mientras que Colombia se mantenía como país neutral.
"Los barcos de la naviera alemana estaban preavisados de que si comenzaba la guerra tenían que buscar puerto neutral. La información llega en agosto de 1914 y se toma la decisión de viajar a Santa Marta, en Colombia", relata el investigador Mendoza.
El barco logra llegar a su destino, sin embargo, como ya había sido detectado por naves de guerra inglesas, debe huir bordeando la costa hasta Puerto Colombia.
Allí permaneció atracado y con su tripulación comenzando a echar raíces en esa ciudad colombiana muy cercana a Barranquilla.
Hasta que Estados Unidos decidió entrar a la guerra, cambiándolo todo.
La decisión final
En 1915, un submarino alemán hundió al barco transatlántico inglés Lusitania provocando la muerte de más de un millar de personas, entre ellos 128 estadounidenses.
Aquello prendió las alertas en Washington, pero el ingreso de EE.UU. a la guerra se precipitaría recién después del descubrimiento de contactos entre el ministro de Relaciones Exteriores del Káiser con el gobierno de México para formar un frente "anti Estados Unidos".
Los alemanes ofrecían apoyar a los mexicanos a recuperar los territorios que había perdido con EE.UU. el siglo XIX.
Berlín esperaba que una guerra fronteriza con México distrajera a Washington de lo que ocurría en Europa.
Los alemanes calculaban que, si Estados Unidos y sus enormes recursos económicos entraban a la Primera Guerra Mundial, su suerte estaría sellada.
Los servicios de inteligencia británicos alertaron a los estadounidenses de la táctica distractora alemana y al poco tiempo, en abril de 2017, Washington le declaró la guerra al Imperio Alemán y sus aliados.
Aquello no solo marcó el destino de la Primera Guerra Mundial, también el del Prinz August Wilhelm.