En 1951, la joven Rosalind Franklin empezó a trabajar en lo que se convertiría en una de las investigaciones científicas más importantes del siglo XX y que condujo a una transformación de la medicina moderna.
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Tenía 30 años cuando Franklin generó una fotografía, conocida como "Foto 51", que fue clave para demostrar por primera vez cómo debía ser la estructura del ADN, que hasta entonces era un misterio.
Pero la científica británica, que murió de cáncer de ovario en 1958 cuando tenía 37 años, nunca fue reconocida con el premio Nobel que sus coetáneos sí recibieron, cuatro años después de su muerte.
Una fotografía que lo cambió todo
Franklin nació en 1920 en Londres en el seno de una afluente y moderna familia judía.
"A Rosalind le gustaba discutir", le dijo su hermana menor, Jenifer Glynn, a la periodista de la BBC Farhana Haider, presentadora del programa de radio Witness que aborda temas históricos desde la perspectiva de sus protagonistas.
"No era agresiva, de ninguna manera, pero le encantaba discutir las cosas", explicó.
"Mi madre escribió una especie de memoria sobre ella en la que destacaba que siempre fue muy lógica y muy exacta y que desde siempre, incluso siendo muy niña, se negaba a aceptar una afirmación o una creencia para la que no hubiera una lógica o una prueba que la demostrara como válida", dijo la menor de sus hermanas.
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Franklin estudió química en la Universidad de Cambridge, trabajó en un laboratorio químico en el París de la posguerra y en 1951 empezó a trabajar para la universidad Kings College de Londres ya como experta en cristalografía de rayos X.
La cristalografía analiza la forma en que los cristales se difractan, o se dispersan formando patrones, sobre platos fotográficos. Estos patrones pueden usarse para entrever las estructuras moleculares tridimensionales del objeto de estudio.