Si el príncipe Harry de Inglaterra le hubiera propuesto matrimonio a la actriz estadounidense y divorciada Meghan Markle hace 80 años, muy probablemente hubiese tenido que renunciar a sus derechos reales.
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Eso fue exactamente lo que tuvo que hacer el rey Eduardo VIII de Inglaterra en 1936, cuando abdicó al trono por enamorarse de una estadounidense divorciada llamada Wallis Simpson.
El gobierno y la Iglesia de Inglaterra se opusieron entonces a su matrimonio, por lo que Eduardo VIII abdicó y su hermano tomó su lugar para convertirse en el rey Jorge VI, padre de la actual reina Isabel II.