Sus guitarras se convirtieron en estrellas: llegaron a ser tocadas por Elvis, Keith Richards o Jimmy Page.
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Pero un mal negocio hizo que la empresa bajara de ese estrellato: Gibson se declaró en bancarrota esta semana.
¿La razón? Una deuda de US$500 millones que no puede asumir.
Los acreedores tomarán control de la icónica empresa estadounidense que fue fundada en 1902.
Henry Juszkiewicz, director ejecutivo de la firma, quien la compró en 1986, dijo que la decisión le permitirá a la empresa asegurar "una estabilidad a largo plazo y salud financiera".
Cuatro años atrás, Gibson adquirió la división de audio de Philips por US$135 millones, pero las cosas no funcionaron bien.
En adelante, los nuevos dueños intentarán sacar adelante a la empresa focalizándose en sus instrumentos musicales.