Cuando en 2014 un grupo de militares alemanes se presentó en unas maniobras conjuntas de la OTAN en Noruega armado con palos de madera, sus colegas del resto de ejércitos de la Alianza quedaron asombrados.
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Los soldados de la "Bundeswehr", como se conoce al ejército alemán, tomaban parte en unos ejercicios que debían servir como ensayo para la Fuerza de Reacción Rápida de la OTAN, formada entonces como respuesta a la intervención rusa en la crisis de Ucrania.
Como no contaban con fusiles suficientes para todos, los palos, cubiertos de pintura negra, fueron la solución.
El episodio ilustra un problema crónico que recientemente ha resumido Hans-Peter Bartels, el comisionado para las fuerzas armadas del Bundestag, el Parlamento alemán: "La disponibilidad de material de la Budeswehr es una catástrofe".
Alemania es la cuarta economía más grande del mundo y se le reconoce como el país más poderoso e influyente de la Unión Europea.
Sin embargo, "sus capacidades militares en modo alguno son equiparables a su peso económico o diplomático", señala Jonathan Marcus, corresponsal de Seguridad y Defensa de la BBC.
"El ejército alemán se ha anquilosado en los últimos años y gran parte de sus equipos están obsoletos o mal mantenidos", añade.