"Nuestro país es el segundo socio comercial para China de la zona caribeña y Centroamérica", con este y otros argumentos fundamentalmente económicos justificó República Dominicana el establecimiento de relaciones diplomáticas con Pekín. Y haberlas roto con Taiwán.
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Lo hace casi un año después de Panamá, que justificó su decisión en junio de 2017 alegando que "la República Popular de China es un Estado que por sí solo representa el 20% de la población mundial y constituye la segunda economía más grande del mundo", recordó el presidente Juan Carlos Varela.
La decisión dominicana fue rechazada por las autoridades de Taiwán, que la achacaron a los "incentivos financieros" de China.
Aunque para muchos la verdadera sorpresa no es tanto que estos países hayan optado por estrechar vínculos con la superpotencia asiática, sino que haya tardado tanto en hacerlo.