Hicieron ‘match’ en Tinder y, al poco tiempo de entablar conversación, él le explicó lo que realmente buscaba en esa aplicación de citas.
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Quería una mujer a la que pudiera entregarle todas sus tarjetas bancarias y sus contraseñas. Que sólo ella tuviera acceso a sus cuentas y que se encargara de manejarlas.
Que fuera su findom -como se conoce como dominación financiera- y, a cambio, él sería su esclavo monetario, su cajero humano.
Es algo muy parecido al BDSM, un término que abarca prácticas como el bondage, la disciplina, la dominación, el sadismo o el masoquismo.
En este caso, el poder se ejerce a través del control monetario. Y el dolor, en vez de sentirse en la piel rota por el látigo, se sufre en la billetera.
La codirectora del Instituto de Sexología de Barcelona, Carme Sánchez Martín, explicó a BBC Mundo que se trata de una práctica reciente que entraría dentro de la clasificación de parafilia o desviación sexual.