Cuando Pep Guardiola admitió que el Manchester City era el "perfecto" oponente para el Liverpool en los cuartos de final de la Liga de Campeones no estaba utilizando un recurso psicológico para desestabilizar a su rival.
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El técnico catalán sabía muy bien que si había un club capaz de interrumpir la fluidez del juego de su equipo ese era el Liverpool, que bajó las órdenes del alemán Jurgen Klopp pone en práctica un ritmo de alta tensión a los partidos.
Y esos temores se hicieron realidad en una noche mágica en el estadio de Anfield, que fue testigo de la contundente victoria 3-0 de los "rojos" del fútbol inglés sobre el equipo que ha batido este año todos los récords y que, casi con absoluta seguridad, se proclamará campeón de la Liga Premier.