Del alarmante aumento de los homicidios en Londres ya se estaba hablando.
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Pero en cierta forma fue la muerte de Tanesha Melbourne, de 17 años, la que hizo que buena parte de la ciudad empezara a dimensionar el problema.
La joven, de 17 años, murió el lunes por la noche por causa de disparos hechos desde un auto en movimiento en una calle de Tottenham, en el norte de la capital británica.
La noticia copó los noticieros y las portadas de los periódicos locales. Y el martes por la tarde, cuando su rostro inocente todavía interpelaba a los millones de usuarios del metro londinense desde la tapa del vespertino gratuito The Evening Standard, se reportó la muerte de otro joven, también víctima de disparos.
La nueva víctima –el homicidio número 48 en lo que va del año– se llamaba Amaan Shakoor y era incluso menor que Tanesha, pues sólo tenía 16 años.