BBC Mundo

Borroso y frenético, así es el descenso a más de 100 kilómetros por hora de la esquiadora ciega Millie Knight

El día en el que conquistó su primer campeonato mundial, la esquiadora británica no se detuvo tras cruzar la línea de meta. Sufrió así el primero de dos accidentes que la alejaron de la nieve. Pero regresó y subió al podio en PyeongChang. Esta es su historia.

Las condiciones son buenas. La británica de 19 años Millie Knight espera la señal en la cima de la montaña para comenzar el descenso. Siente nervios, es normal, sabe que en pocos segundos estará esquiando a más de 100 kilómetros por hora.

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Pero no podrá ver la pista por dónde bajará a toda velocidad, Millie es oficialmente ciega.

Ella dependerá de su guía, Brett Wild, quien le irá diciendo los secretos de la montaña. Son un equipo.

El choque de puños forma parte del ritual, como susurrar el coro de una canción de la banda irlandesa The Script: "Puedes ser el más grande, puedes ser el mejor, puedes ser King Kong golpeándote en el pecho".

Se encuentran en la salida. "Tres, dos, uno"… se impulsan y "vamos", grita Wild. Millie lo sigue.

La montaña queda relegada a un segundo plano, tapada por el corte de los esquíes sobre la nieve y la intensidad de las instrucciones que grita Wild mientras recorren la pista.

Los espectadores observan en completo silencio, tienen prohibido emitir algún tipo de sonido.

Knight necesita escuchar a su guía, de quien sólo alcanza a percibir destellos naranjas de su chaqueta. Ella sólo tiene un 5% de visión, periférica y borrosa.

Hubo un momento en que Millie Knight pensó que nunca volvería a competir.

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