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Cómo el hielo se convirtió en una idea revolucionaria que generó millones de dólares

Tras aguantar —e ignorar— las burlas, Frederic Tudor logró comercializar algo que su tierra natal producía naturalmente y construir una industria enorme creando una demanda que no existía previamente.

"Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo".

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Eso nos contó Gabriel García Márquez en sus "Cien años de soledad".

Mientras que a Macondo el hielo lo habían llevado unos gitanos que cada año llegaban con maravillas de tierras lejanas, a otras partes del Caribe lo hizo llegar un bostoniano llamado Frederic Tudor, conocido en el siglo XIX como "el rey del hielo".

Había nacido en 1783 y en 1806 se le había ocurrido cosechar eso que su tierra daba en abundancia cada invierno, cortando bloques del agua congelada de lagos y empacándolos en una mezcla de heno y aserrín para mantenerlos térmicamente aislados hasta que llegaran a lugares cálidos.

Hoy, Tudor sería uno de los tan celebrados emprendedores: a los veinte y pocos años creó una demanda que no existía, vendiendo algo que la naturaleza daba y, según varios historiadores económicos, marcando un antes y un después.

En su época también llegó a ser admirado, pero primero fue objeto de burla.

Frío en el trópicof

Si bien es cierto que Tudor creó una demanda masiva para su producto, el agua congelada había sido apreciada desde tiempos inmemoriales.

Una de las formas de producir hielo era dejar potes de agua afuera en las noches frías y recoger la fina capa de encima, como muestra esta ilustración de la práctica en Allahabad, India, en 1828 de Fanny Parks.

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