Que Rodrigo Londoño, alias Timochenko, y la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC) hayan desistido de pelear por la presidencia de Colombia es, según los expertos, una buena noticia para el país, pero fundamentalmente para la exguerrilla.
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Esta renuncia, anunciada este jueves debido a la salud del candidato presidencial, quien se sometió a una operación de corazón, no solo libra a la FARC de un posible naufragio en las elecciones del 27 de mayo.
También evita que los líderes y miembros de la FARC se expongan a episodios violentos como los que han vivido sus miembros en actos públicos en los primeros meses del año.
Además, al tener una presencia en el Congreso colombiano asegurada gracias a los acuerdos de paz firmados con el gobierno de Bogotá, que Timochenko no sea candidato a presidente no significa ni mucho menos el fin de la organización política.
Las lecciones de los sinsabores de la campaña
La campaña electoral de la exguerrilla fue accidentada desde el principio.
Los líderes del movimiento tuvieron que enfrentarse al rechazo ciudadano en algunos lugares y en las últimas semanas denunciaron agresiones y amenazas.