La existencia de Júpiter, el planeta más grande del Sistema Solar y apreciable a simple vista desde la Tierra, se conoce desde hace más de 25 siglos.
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Tal es su tamaño que casi cualquiera, con un sencillo telescopio, puede llegar a observar los trazos de su turbulenta atmósfera, con tormentas gigantescas y vientos que pueden alcanzar los 360 kilómetros por hora.
- Las espectaculares imágenes de Júpiter que ponen en duda todo lo que sabemos del planeta más grande del Sistema Solar
- Las increíbles imágenes en primer plano de la Gran Mancha Roja de Júpiter enviadas por la sonda Juno de la NASA
Pero eso es todo lo que se había llegado a observar hasta ese momento. Algo que está cambiando ahora gracias a la sonda Juno de la NASA, que llegó a Júpiter en julio de 2016 y que desde entonces ha venido desvelando los secretos de sus profundidades.
Gracias a las mediciones que ha realizado Juno, un equipo internacional de astrónomos ha concluido que las corrientes atmosféricas de Júpiter no son simplemente un fenómeno superficial, sino que alcanzan unos 3.000 kilómetros de profundidad.
Campo gravitatorio asimétrico
Ninguna otra nave se había aventurado tan cerca de Júpiter como Juno, ya que la potente radiación que emite el planeta perjudica los instrumentos de medición electrónicos.