El fichaje del francés Paul Pogba por el Manchester United en 2016 fue la pista de que el mercado de transferencias del fútbol estaba perdiendo cualquier tipo de cordura.
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Procedente de la Juventus, muchos se rascaron la cabeza para tratar de justificar como un mediocampista que ni siquiera era considerado el mejor jugador de su equipo se convirtió de la noche a la mañana en el futbolista más caro del mundo.
El traspaso por US$130 millones superó los US$123 millones pagados por el Real Madrid al Tottenham en el fichaje del galés Gareth Bale en 2013, cifra que escapaba de cualquier lógica deportiva, más allá de su impacto mediático.
Una muestra es que Pogba es el único jugador que no posee un corte claramente ofensivo que aparece en la lista que establece la evolución de los fichajes récords de la historia elaborada por el sitio especializado Transfermarkt.