Las elecciones generales celebradas este domingo en Italia dejaron un panorama político marcado por las incógnitas y la incertidumbre.
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El reparto de los votos entre las principales fuerzas, pendiente de un recuento que no se completará hasta entrado el lunes, hace difícil la suma de mayorías parlamentarias que conduzcan a la formación de un gobierno.
El Movimiento 5 Estrellas (M5S), considerado por los medios un partido antisistema, se perfila como el más votado y confirmaría su enorme progresión de los últimos años. Pero no está claro que su candidato, el joven Luigi di Maio, vaya a ser el primer ministro.
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Para alcanzar los 316 diputados que se necesitan para sumar los apoyos suficientes en la Cámara de Diputados tendrá que pactar con otras formaciones, algo a lo que en el pasado el M5S se había mostrado contrario pero a lo que ahora se dice dispuesto.
Por detrás aparecía el centro-izquierda del Partido Democrático (PD) del ex primer ministro Matteo Renzi, que según la mayoría de análisis fue el gran derrotado de la jornada electoral.
Maurizio Martina, ministro de Agricultura en funciones y mano derecha de Renzi, reconoció que el PD había sufrido una derrota "neta y muy clara".