Siempre hubo algo inusual en la familia de Pauline Dakin.
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"Mi hermano y yo nos hacíamos constantemente la misma pregunta: ¿Qué diablos pasa en nuestra familia? ¿Por qué somos tan raros? Pero era algo para lo que nunca teníamos una respuesta", le cuenta Dakin a la BBC.
Teniendo ella 5 años, su madre Ruth y su padre Warren —un exitoso hombre de negocios que era alcohólico y en ocasiones violento— se divorciaron.
Y dos años después la madre se los llevó de vacaciones a Winnipeg, una localidad canadiense ubicada a 110 kilómetros de la frontera con Estados Unidos. Pero cuando llegaron a destino, les confesó que no estaban allí para pasar una temporada.
Se habían mudado definitivamente. Atrás dejaban su vida en Vancouver.
"No hubo oportunidad de decir adiós. Fue romper abruptamente con todo", recuerda.
La única respuesta que obtenía de su madre cuando la cuestionaba intentando comprender lo que pasaba era un enigmático "ya lo entenderás cuando seas más grande".
El cambio de casa se repitió cuatro años más tarde, cuando se mudaron a New Brunswick, una ciudad costera en el este del país.