Desde Harry Truman hasta Donald Trump, los presidentes de Estados Unidos han contado con lugares seguros donde resguardarse en caso de una guerra nuclear.
PUBLICIDAD
En el caso de Trump, ante una amenaza nuclear, el comandante en jefe sería trasladado de inmediato a uno de los tantos búnkeres que tiene a su disposición.
Uno de ellos está debajo de la Casa Blanca y se trata de un área fortificada construida en la década de 1950. Otro está escondido en las montañas Blue Ridge, en Virginia.
También tiene un refugio antibombas en su residencia Mar-a-Lago y otro en su club de golf y resort de West Palm Beach, ambos ubicados en Florida.
Pero estos dos nada tienen que ver con el hecho de que Trump sea, desde hace poco más de un año, el presidente de EE.UU.
La historia de los refugios de Trump refleja cómo los estadounidenses han intentado lidiar con la perspectiva de una guerra nuclear en las últimas décadas.
Para algunos, la sola idea resulta inimaginable. En cambio, otros hacen elaborados y sorprendentes preparativos para las devastadoras consecuencias que tendría una guerra nuclear.
Sin embargo, ningún búnker, por más tecnológico que sea, sobreviviría a un ataque directo.