La búsqueda para entender cómo funcionan nuestros genes comenzó seriamente a mediados del siglo XIX cuando un biólogo y monje llamado Gregor Mendel llegó a una sorprendente conclusión sobre las características de las plantas.
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Después de cruzar una planta de guisante de flores púrpuras con una de flores blancas, encontró que todos los descendientes resultantes eran de color púrpura. Sin embargo, notó que la tercera generación produjo descendientes de ambos colores.
Esto reveló que una característica como el color puede ser heredada, con un rasgo más dominante que el otro. De cierta forma, Mendel descubrió lo que los genes hacían, pero no supo lo que eran ni qué aspecto tenían.
Este conocimiento llegó mucho más tarde. Fue en el siguiente siglo cuando se descubrió la estructura del ADN. Basándose en el trabajo de Rosalind Franklin y Maurice Wilkins, en 1953 James Watson y Francis Crick concluyeron que nuestro ADN se forma en una doble hélice.