Unos llegan en avión, con dinero y trabajo asegurado. Otros vienen por río, mar y tierra en un viaje de 20 días; sin un peso y a buscar empleo "en lo que haya".
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El Cono Sur ha sido durante los últimos años uno de los destinos principales de la diáspora venezolana que busca escapar de la crisis económica, social y política que sufre el país caribeño.
Les atraen los buenos salarios, la baja inseguridad y las ayudas que los Estados argentino, chileno o uruguayo pueden ofrecer en salud y educación.
"La migración que viene al sur es gente con plata, porque tener US$1.000 para un pasaje en este momento en Venezuela es una locura", dice Adolfo Guerra, un venezolano que puso un restaurante en Buenos Aires hace dos meses.
"Pero hay de todo", añade. "Cada vez que hago entrevistas para contratar personal llego a mi casa casi llorando por lo que me cuentan los venezolanos".
Ese puede ser el caso de Melba Alexandra Pinto, una ingeniera y arquitecta que al no tener dinero para pagar un pasaje desde Venezuela aceptó la oferta de un chileno, conocido de un amigo, que se lo pagaba y le ofrecía trabajo.
La posibilidad fue suficiente motivo para dejar a su hija de 2 años en Venezuela. "Es que no estaba consiguiendo comida para alimentarla", añade.
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"Pero una vez en Chile, cuando me di cuenta de que lo que buscaba esta persona era un encuentro íntimo, como yo no quise, me echó de la casa. Quedé en la calle. Sin familia, sin plata", le dice a BBC Mundo entre lágrimas.
Luego, unos amigos en Buenos Aires le ayudaron para viajar desde Santiago y ahora trabaja en una tienda de ropa.