Greg*, un abogado canadiense, tiene 28 años y ya ha tenido 11 relaciones serias.
PUBLICIDAD
Dice que cada una de esas relaciones terminó en infidelidad, de su parte, y en una grave falta de autoestima de parte de las mujeres.
Greg es un confeso "gaslighter", un término que se usa en inglés para describir a un abusador psicológico.
"Mirando hacia atrás es claro que estaba manipulando a las mujeres y lentamente las estaba haciendo dudar de su versión de la realidad", cuenta.
Grega busca dar a conocer cómo es la mente de un abusador psicológico y advertir a las mujeres sobre los signos que los delatan.
El "gaslighting" —que significa literalmente "hacer luz de gas"— ha sido descrito como un abuso psicológico que consiste en presentar información falsa deliberadamente a la víctima para hacerla dudar de su memoria, su percepción de eventos y su cordura.
Greg descubrió que era un abusador psicológico recientemente cuando se estaba sometiendo a una terapia. Asegura que esa conducta comenzó durante una relación cuando tenía 21 años y era estudiante de derecho.
PUBLICIDAD
Paula era cuatro años mayor que él y estaba terminando un posgrado. Greg describe la relación como "romántica pero inestable". Pronto comenzó a tener relaciones sexuales con otras mujeres a espaldas de Paula.
Técnicas y vías
Pero Paula era una persona inteligente y pronto se dio cuenta de que Greg estaba siendo infiel. Él afirma que para continuar los engaños, mientras mantenía la relación, tuvo que "alterar la realidad de Paula".
Comenzó a identificar "técnicas y vías" para manipular a Paula, estableciendo la base para que sus mentiras, que surgirían más tarde, se hicieran más creíbles.
"Paula era extremadamente inteligente, pero yo estaba consciente de que estaba dejando rastros de infidelidad en el mundo digital, en las redes sociales", afirma Greg.
Asegura que durante un período se dedicó a bromear, apuntando a la "obsesión" de Paula con las redes sociales, haciéndola sentir que sus sospechas no eran sanas, incluso eran "locas".
"Yo deliberadamente utilizaba un lenguaje humillante para hacerla perder la confianza en su versión de la situación, de mi infidelidad. Ella era ‘paranoica’, estaba ‘loca’, era ‘dramática’".
"Todo esto se lo decía como broma. Pero con el paso del tiempo se iban reforzando y ella comenzó a creerlo".