"Para no olvidarme de lo que fui, mi patria y mi guitarra las llevo en mí; la una es fuerte y es fiel, la otra un papel", canta el legendario Joan Manuel Serrat en clásico tema "Vagabundear".
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Ese "papel" es tal vez uno de los documentos más valiosos, complejos y determinantes de la identidad nacional de quien lo posee: el pasaporte.
Y en Reino Unido, muchos están celebrando que, después de casi 30 años, los pasaportes británicos dejarán de tener el color vino tinto empleado por la mayoría de los países miembros de la Unión Europea para volver a ser de color azul.
La decisión anunciada por el ministerio del Interior se hará efectiva una vez que el país abandone la Unión Europea, y para muchos es un ejemplo de la recuperación de soberanía que permitirá el Brexit.
Pero la verdad es que la UE jamás obligó a Reino Unido a adoptar el color rojo. Y las autoridades británicas tampoco tendrán mucho margen de maniobra en lo que se refiere a los futuros documentos.
La razón: hoy en día todos los pasaportes tienen que ajustarse a unos estrictos parámetros de diseño y seguridad dictaminados por una autoridad específica que, básicamente, los hacen a todos muy parecidos.