La crisis catalana se perpetúa.
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El gobierno de España convocó elecciones regionales después de disolver el Parlamento catalán, aplicando el controvertido artículo 155 de la Constitución, con la idea de frenar la crisis desatada por el independentismo.
Los catalanes acudieron a las urnas con participación récord de más de un 80%, pero la situación queda lejos de haber sido resuelta: la sociedad está polarizada y así lo reflejaron las urnas.
Por un lado, un partido que no controla ninguna alcaldía en la comunidad y es la cuarta fuerza política en España, Ciudadanos, se convirtió en la formación más votada en Cataluña.
Pero pese a que logró más de un millón de votos y 37 escaños, Ciudadanos quedó virtualmente sin posibilidades de gobernar.
Y es que los tres partidos que lideraron el desafío secesionista consiguieron sumar 70 de los 135 escaños, dos más de los requeridos para mayoría absoluta.
La joven líder de Ciudadanos en Cataluña, Inés Arrimadas, consideró que quedó claro "que la mayoría social de los catalanes está a favor de la unión".
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Pero el expresidente Carles Puigdemont, requerido por la justicia en España por el proceso independentista y huido en Bruselas, manifestó una opinión radicalmente contraria.
"La república catalana ha ganado a la monarquía del 155. El Estado español ha sido derrotado", afirmó Puigdemont, presentándose en el extranjero como el presidente del gobierno legítimo en el exilio.
Ante este panorama de división, ¿qué puede pasar ahora?
¿Avanzará el independentismo?
Es innegable que el independentismo mostró una gran fortaleza, tras una campaña con varios de sus miembros huidos en Bruselas, encarcelados o investigados por sus acciones secesionistas.
No obstante, el camino para formar gobierno no está exento de dificultades.