Las imágenes de Nancy Kerrigan llorando en agonía, gritando "¿por qué?", una y otra vez, sacudieron al deporte estadounidense el 6 de enero de 1994.
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La patinadora había sido atacada tras una rutina de entrenamiento y yacía en el suelo tocándose la rodilla ante el desconcierto de los médicos que la atendían.
En ese instante se temió por lo peor deportivamente hablando.