Durante diez años la productora Metacube preparó una película animada sobre el Día de Muertos en México y cuando estaban a punto de estrenarla, ocurrió algo inesperado.
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Disney Pixar lanzó el filme Coco y en unas semanas fue vista por más de 15 millones de espectadores. La cinta es una de las más taquilleras de la historia.
Los productores de Metacube entendieron que no podían competir con la publicidad que desplegó el gigante del cine.
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Así, la película llamada Día de Muertos quedó guardada a la espera de una mejor ocasión para estrenarse, tal vez en octubre o noviembre de 2018.
Casos como éste son comunes en el país. Con frecuencia las películas de realizadores nacionales deben esperar varios años para encontrar una oportunidad de estreno.
Y algunas incluso jamás se exhiben en las salas mexicanas.
Campaña conjunta
Ahora, desde hace varios meses la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC), junto con productores, actores y directores emprendieron una inusual campaña.
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Demandan que, en las actuales renegociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el cine nacional se excluya del acuerdo.
Algo parecido a lo que consiguió Canadá en 1994, cuando empezó la vigencia del convenio trilateral.
"Lo que buscamos es un trato igualitario", le dice a BBC Mundo Guadalupe Ferrer, directora de la Filmoteca de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
"El Tratado pretende que no haya regulaciones en esa materia, pero no se ha abordado el asunto de cultura como algo muy relevante, y creo que sobre todo Estados Unidos tiene una preponderancia evidente en la cinematografía mundial".
Durante las negociaciones del TLCAN, que iniciaron en 1991 y concluyeron dos años después, el gobierno de Canadá consiguió una cláusula de exención para la cultura de su país.
En términos generales, el acuerdo fue proteger las políticas y programas de ayuda oficial a los creadores y artistas, así como mantener algunas salvaguardas anteriores.
Un ejemplo es la prohibición de importar publicaciones con publicidad que no se encontrara en ediciones canadienses.
Fue una manera de mantener el acceso de medios locales al mercado publicitario y garantizar con ello la solvencia económica necesaria para sobrevivir.