El Bayern Múnich debutó de manera demoledora en el Mundial de Clubes 2025 al golear 10-0 al Auckland City, el modesto representante de Oceanía que poco pudo hacer ante el gigante alemán. Más allá del abultado marcador, el duelo dejó al descubierto la abismal diferencia que aún existe entre el profesionalismo de la élite europea y los sueños amateurs que aún subsisten en algunos rincones del fútbol.
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El Auckland City, club originario de Nueva Zelanda, llegó al torneo con el orgullo de ser campeón de Oceanía, pero también con una realidad muy distinta a la de sus rivales. A diferencia del multimillonario plantel bávaro, donde cada jugador es una estrella internacional, los futbolistas neozelandeses compaginan el fútbol con sus trabajos cotidianos.
Por ejemplo, su arquero y capitán, Conor Tracey, trabaja en una ferretería cuando no está bajo los tres palos. Mientras tanto, otro de los referentes del equipo, Mario Ilich, es proveedor de Coca-Cola en su país. El fútbol no es su fuente principal de ingresos, pero sí su pasión. Esta es la esencia de Auckland City, un club semi-profesional que llegó al Mundial de Clubes a competir dignamente, pero que se topó con una aplanadora bávara.
De qué trabajan algunos jugadores del Auckland City:
- Vale: Profesor.
- De Vries: Chapista.
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- Lee: Atención al cliente en Samsung.
- Kilkolly: Empleado en una fábrica.
- Manickum: Asistente de ingeniero de obra.
- Tracey: En una ferretería.
- Lagos: Peluquero.
- Ilich: Jefe de ventas en Coca Cola.
- Mitchell: Agente inmobiliario.
- Murati: Empleado de logística.
El Bayern, liderado por Harry Kane, Jamal Musiala y Leroy Sané, no tuvo piedad desde el primer minuto. La superioridad técnica, táctica y física fue evidente durante todo el partido. El marcador no hizo más que reflejar la contundencia de un equipo armado para ser campeón mundial frente a un grupo de guerreros amateurs que, a pesar del resultado, se ganaron el respeto por representar el lado más romántico de este deporte.
