En el corazón de Ambato, donde el aroma a pan recién hecho anuncia cada amanecer, se mantiene viva la historia de una familia que convirtió su oficio en legado.
Panadería Calidad no es solo una empresa: es la suma de tres generaciones que, con trabajo constante, amor por la masa y respeto por la tradición, siguen escribiendo su historia en cada pan horneado.
Todo comenzó con su bisabuela, una mujer que marcó un antes y un después en la panificación de la ciudad. “Mi bisabuelita tenía la panificadora Tungurahua, una de las primeras en la ciudad”, recuerda Cristina Castillo, actual administradora e hija de los propietarios de Panadería Calidad.
Luego, su hija Alicia continuó su legado. “Mi abuelita Alicia no solo fue una emprendedora, también una mujer solidaria. Era muy trabajadora y salió adelante por sí misma… regalaba hasta lo que no tenía que dar”, evoca Cristina con ternura. Su talento y generosidad dejaron una huella que se amasa todavía hoy en cada receta.

En 1982, Alicia fundó oficialmente la primera Panadería Calidad. A diferencia de su madre, decidió profesionalizar la panadería. “Mi abuelita asistió a cursos, se preparó, leía muchos libros y de ahí fue conociendo más de las recetas”, cuenta Cristina. Fue así como la familia pasó de las medidas ‘al ojo’ a las fórmulas exactas, con porcentajes y técnicas que garantizaron calidad y consistencia. El secreto, sin embargo, sigue siendo la manteca, el amor y la paciencia.
El legado continuó con Yuri Castillo Ruiz, hijo de Alicia y padre de Cristina. Comenzó limpiando hornos, latas y bandejas, hasta convertirse en un chef panadero certificado. “Mi papá siempre ha sido un hombre preparado, se capacitó bastante… es un genio para hacer las recetas”, comenta su hija con orgullo. En 1998, con el apoyo de su madre y su esposa María Rosa Rufía, abrió su propio local bajo el nombre de Calidad, honrando el esfuerzo familiar.
Los inicios no fueron fáciles. “El primer horno fue de leña, los ingredientes escasos y el sueño enorme. Empezaron con lo que tenían y fueron despegando”, recuerda Cristina. Con el tiempo, pasaron de cuatro panaderos a 25 colaboradores, y actualmente cuentan con dos locales en funcionamiento, en el sector de Los Shyris y en La Pradera.

“En cada rincón del negocio se respira familia, esfuerzo y dedicación”, dice Cristina mientras sonríe. Con el paso de los años, el menú se amplió. A los clásicos panes ambateños se sumó una cafetería con humitas, quimbolitos y colada morada. “Mi abuelita le enseñó a hacer la colada morada a mi mamá y ella, poco a poco ha perfeccionado la receta y creo que es la mejor que he probado”, confiesa entre risas.
En 2020, decidieron innovar con el pan de masa madre, siendo una de las primeras panaderías de Ambato en elaborarlo. “Al principio la gente no sabía qué era pan de masa madre… nos decían: ‘¿qué es eso?’, pero ahora es uno de los productos más pedidos.

El secreto del pan ambateño de Panadería Calidad
”El secreto del pan ambateño —y el de Calidad— está en su suavidad y sabor. “Aquí comemos pan con bastante manteca y eso favorece su suavidad y consistencia. Al siguiente día jamás se pone duro”, explica Cristina. Los favoritos del público son los mestizos, los tapados, las rositas y las manitos. “De diez personas que vienen, siete se llevan mestizos”, afirma.
Cada pan tiene su historia y representa la identidad de una ciudad que se reconoce en su pan. Cristina también ha aprendido el oficio. “Sí sé hacer pan… me he enseñado con mi papá, aunque ahora me dedico más a la parte administrativa.
Hoy, Panadería Calidad abre sus puertas todos los días desde las seis de la mañana hasta las nueve de la noche. Es un espacio donde la tradición se mezcla con la modernidad, donde cada pan cuenta una historia y cada cliente forma parte de ella.


