En el ajetreo diario, la mesa se ha convertido a menudo en una estación de servicio rápida. Sin embargo, los expertos insisten: la tranquilidad de comer bien no se trata solo de nutrientes, sino de la calidad del tiempo compartido, que fortalece los lazos y crea memorias. La cena familiar no es solo una comida; es un rito de conexión.
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El enfoque en la familia comienza por la planificación y la participación. Cuando los hijos son parte de la elección del menú o la preparación, se genera un sentido de pertenencia y compromiso con la alimentación saludable. Esta estrategia reduce el estrés a la hora de servir y fomenta hábitos que durarán toda la vida.
La Lcda. Sofía Cáceres, nutricionista familiar y asesora de CENUTRI, subraya la importancia de este ambiente:
“La mesa es el primer salón de clases de la nutrición. Cuando priorizamos la tranquilidad de comer bien en familia, no solo estamos ofreciendo alimentos balanceados, sino un espacio seguro y sin juicios. Estudios demuestran que los niños que comen regularmente en familia tienen una mejor autoestima, un rendimiento académico superior y menor riesgo de desarrollar trastornos alimentarios. La clave es la conciencia plena; apagar el televisor y dejar el teléfono para enfocarnos en el sabor y en la conversación", explica.
Comer en calma, sin prisas ni discusiones, permite una mejor digestión y, más importante aún, enseña a los miembros de la familia a escuchar las señales de saciedad de su propio cuerpo. La tranquilidad en la mesa se traduce directamente en bienestar integral.